El libro de los Hechos nos relata que, mientras Pedro estaba preso en Jerusalén, bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. Fue liberado por un ángel y ni él mismo parecía creer la extraña experiencia que vivió: «Pues era verdad; el Señor ha enviado a su ángel para librarme».
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